Tengo una astilla clavada en lo más profundo de mi corazón. Yo pensaba que me querías, pero soy un iluso por creérmelo.
No entiendo a las mujeres que callan, por no decir ¡no!. Piensan lo contrario, y hacen sufrir al amado.
Algún día, el amanecer se irá contigo. No seré yo el responsable de tú haberlo decidido. Sonarán las campanas, para alegrarte el camino.
Quiero arar el rastrojo de tu corazón con los bueyes de la ilusión. Quiero sembrar el trigo, la vid y el olivo y que sea yo, quien recoja la cosecha solo para mí.
El color del pan será especial, por la harina de tu costal. Tiene el amor embrujado que nos va a alimentar.
Seré feliz y dichoso si los campos los riegas con tu bondad, yo seré tu ayudante, pero sin cobrar.
Tu amor fermenta en el trujal de tu cariño. Sacarás el mejor vino, para emborracharnos sin perjuicio.
Tenemos el pan y también el vino, para seguir nuestro camino.