El vaho no me deja ver tu sonrisa, con la claridad que yo quiero. Eres como las hojas de acanto, en el capitel que sujeta el amor pasado. El remordimiento de mis sueños, hace que los instintos se declaren, como fiel advenedizo en la soledad. El amor no es algo, que se pueda remedar. Yo he sentido la agonía del roble caído, dónde los pájaros, no hacen su nido. Estoy en la búsqueda del amor perdido, a través de la senda florecida de tu cariño. He sufrido una convulsión de amor, porque escuché con atención, las verdades que van contigo y no puedo arrancarlas de mi vida. Te busco como una imagen perdida, con la esperanza tan solo sostenida, por la ternura de mis pensamientos y la satisfacción del amor entregado. No puedo contener el llanto amargo, porque siento que me sangra, por las heridas de tus desprecios. La certidumbre del inmenso hastio que percibo, por no saber distinguir, lo que a través de mis ojos claros distingo. Algo que a mí me deleitaba ver, en los bosques de otoño sin permiso, eran las hojas inertes, desprendidas color marrón, que con mis manos trémulas, del suelo recogía. Estoy enamorado de las plantas, que beso cada día sin perderme el momento. Tengo el temor, de que en cualquier instante, esta primavera me diga adiós. Mi alma que con el viento vaga, sin saber hacia dónde se dirige, encontrará la libertad que tanto quiso, sin remordimiento por su alejamiento.