Al sufrir de una familia

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Las luces blancas de tu pureza,
alumbran en la atalaya de tu dolor.
Esperas con impaciencia la mejoría,
que un día maldito se marchó.

Fatigoso caminar entristecida, 
la que llega hasta el cielo alabada.
Se va con paso lento pero decidida,
porque le pesan las renuncias en su vida.

Todo se recuenta con el pensamiento, 
como inventario de lo bien hecho.
Olvida lo amargo aposta,
porque aquí lo deja.

Los sentimientos se escapan
por la debilidad del mal.
Huyen despavoridos
para anunciar el Nirvana.

No hay consuelo,
para el dolor de una familia
cuando ve a su madre acabar.
Lloran sin prisa, porque largo el duelo será.

La memoria nos recuerda
lo pasado en su existencia.
No se borrarán los sentimientos,
mientras tengan vida ellos.

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