Una noche yo encontré, una mujer maravillosa. Nos fuimos a rumbear, a tomar algunas copas.
Quedé encandilado, por la mujer de rizos claros. Me dejé contaminar, por el tabaco y los tragos.
Estaba feliz con aquel portento de mujer. Todos pensaban con ojos lujuriosos, ¿Cómo este “viejito» le puede apetecer?. Los dólares hacen milagros al anochecer.
Qué ilusos somos los hombres, vestidos de “conquistador”. Nos creemos jóvenes y guapos y simplemente, compramos falso amor.
Aseguraba quererme mucho, daba piquitos en mis labios. Al final en la madrugada, me enteré que era de pago.
El final de esta historia, triste y truculenta, es una borrachera, hasta acabar la cartera.
¡Qué bien nos está a los hombres, por querer aparentar !. Sabiendo, que es en tu casa, donde te quieren de verdad.
Amigo mio afortunadamente todos tenemos esa santa y de la que siempre recibiremos verdadero amor
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