Vacaciones con mi  perro 

Llegó la hora de manifestar mi tristeza,
porque mi cabeza no responde al ingenio.
Solo sé, que no me sale nada de provecho.
Estrujaré mis endorfinas para adormilarme.

Entro en sopor, para prever la escasez
que voy a tener, de pensamientos impúdicos.
Solo voy a afrontar, la pesadilla del desenlace,
porque nunca tuve defensa con mis adláteres.

Cuando el cuerpo cansado quiere más
y la cabeza se desbarata por naufragar,
se entra en contradicciones de mal acabar.
No quiero seguir así, prefiero de pie, que de rodillas.

Con el tiempo se fueron consumiendo,
de una forma inexorable mis sentimientos.
Lo quise dejar por escrito, triste y apenado,
porque vi venir el óbito de la muerte sin poder evitarlo.

Murieron las poesías más bellas de mi jardín.
Me hicieron perder la cabeza sin pensarlo.
Lloré todos los días de sentimiento,
regándolas con mis lágrimas, hasta querer resucitarlas.

No pudo ser, porque llegó el final de mi tiempo,
como llega el final de mis deseos turbados.
Cuando tenga argumentos nuevos para comunicar,
seré el primero en cantarlo, para que sepáis que he llegado.

Entro en un estado catatónico,
para pasar mejor el verano.
El calor me agota y busco la sombra,
como el perro del hortelano.

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