Tú apareciste

 

En una mañana fría de enero,
cuando el rocio blanquea
los tejados de mi pueblo.
Siento una convulsión, que me deja perplejo.

La saliva impregna mi lengua
cuando algo quiero decirte.
No me salen las palabras,
se asustan mis sentidos.

Tu cuerpo sale de una nube blanca,
como virgen inmaculada,
llena de perfecciones,
en un rebullo de pasión.

Todos quieren verte y amarte,
quererte y adorarte.
Tú escuchas mis peticiones,
me perdonas y me das tus bendiciones.

Voy caminando sin hacer ruido,
no quiero que nadie se dé cuenta.
Ando con sigilo y buen paso,
para que ella me vea.

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