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Confesión de un arrepentido
Dedicado a todos los hombres, que por error,
no atendemos lo mas noble y sagrado que tenemos.
La esposa, madre de nuestros hijos.
Érase una vez, un galgo que perdió la carrera.
Su dueña lo abandonó y lo dejó solo y sin amor.
Esta es la circunstancia de nuestro desencuentro,
que a partir de hoy, es historia de amor.
Yo, como cada día después del trabajo,
acudía puntualmente al auditorio,
para oír sinfonías, fugas y sonatas,
que de forma magistral interpretaba la orquesta.
En este tiempo, me evadía de problemas y preocupaciones.
Era el lugar donde tranquilizarme, sosegarme y disfrutar.
No faltaba nunca con ilusión y muchas ganas.
Ajustaba mi agenda, para poder asistir, al resultarme sumamente placentero.
A veces en silencio pensaba, que sin ese mi “universo musical” no podría vivir.
De hacerlo, sería de forma circunstancial.
Tenía como sitio habitual una butaca, que elegí de forma meticulosa.
Hice coincidir visibilidad y sonoridad óptimas.
Permitiéndome disfrutar de la virtuosidad de los músicos
y de los matices más delicados de las obras.
Una tarde dejaron de sonar los violines poco a poco,
muy despacio, rozando la exquisitez del silencio.
Gracias al trabajo ejecutado por el resto de los músicos, no lo advertí.
Al poco tiempo, enmudecieron los pianos,
pero la orquesta, seguía llevando adelante
sinfonías, sonatas, minuetos, y tocatas.
Por tanto, no le di importancia a lo evidente.
Se había producido un inesperado empobrecimiento musical.
Oboes y trompetas no tardaron en callar.
Se fueron de puntillas, evitando desafinar.
Seguían hablando arpas y bajos,
hasta que cansados de tomar el protagonismo
del resto de instrumentos ausentes,
decidieron abandonar.
Como cada día, acudí puntual a la cita,
pero solo encontré en el escenario,
un atril sujetando una solitaria partitura.
Las sillas estaban vacías y los instrumentos enfundados.
Lógicamente el director de orquesta,
me explicó muy apenado, que no habría concierto,
que la obra era estupenda,
pero no tenía quién la interpretara.
Estaba ya muy cansado, de reescribir
y modificar melodías tonos y claves,
para suplir a los instrumentos
que de forma tan pausada como delicada,
se habían ido ausentando.
Yo lo entendí y lo asumí sin problema alguno.
Después de haberme despedido de forma cordial,
regresé preocupado para preguntar. ¿Por qué no he sido informado
de que abandonaban la orquesta, violines, oboes y trompetas?
El director me contestó, ¿Pero usted no estaba a diario aquí?.
Ahora mientras guardo silencio,
escucho audiciones y obras maestras,
que como un eco, se agolpan en mi mente.
Ahora que no hay auditorio, en mi soledad,
aprendo a distinguir, trompetas y oboes, violines y arpas.
Voy visualizando quién lleva la melodía,
quién contesta y quién acompaña.
Voy entendiendo e interpretando
el lenguaje musical,
después del descanso entre tiempos.
Ahora ya podré implementar notas y musicalidad,
porque las entenderé.
También podré componer y leer partituras,
participando activamente en su interpretación,
tal y como corresponde a su autor.
Cuando un hombre está enamorado
y no sabe decirlo ni demostrarlo,
al final, pierde la carrera como el Galgo.
Así me pasó a mí.
Simplemente decir, que a veces los hombres,
nos olvidamos de la persona que dejamos en casa,
sacrificada, atareada y pensamos que siempre «sonará igual».
Pido perdón por no saber conservar su confianza.
Fue muy bonita nuestra sinfonía, día a día, sentí que te quería.
Lo nuestro fue música con partitura
y yo, algunas veces, he desafinado.
Pájaros bendecidos
Por más que lo intento
no consigo ser feliz.
Cuando me digas vete de aquí,
todo se aclarará y empezará el sí.
Ésta es la vida que yo elegí.
Tengo amor, cariño y frenesí.
Ingredientes que hacen subir
la autoestima al sinfín.
¿Cuándo se va acabar
la apostasía de mi tristeza?
Soñaré con las calaveras del destierro
y el refugio del hálito de vida.
Son ramas del árbol caído
las que invaden mi camino,
no me dejan pasar,
entorpecen llegar a mi destino.
Volando vienen
los pájaros divinos,
limpian mi paso,
para hacerse sus nidos.
De dolor se retuerce mi interior,
cuando tú me dices adiós.
Millones de sentimientos vuelan
con los pájaros del amor..
Tu cuerpo te pide sexo
En una noche oscura
me invitas a copular,
te rechazo por impulsiva
por no sentirlo normal.
Te hablo con curiosidad
de tu anterior invitación.
No es afecto lo que quieres sentir,
sino placer en tu cuerpo.
El sexo se ha vulgarizado,
no se siente con amor.
Aquí te cojo a aquí te mato,
todo sirve por un placer carnal.
No se valora el sentimiento,
a los dos les da igual.
Hacen sexo sin sentir cariño,
ni afecto por amar. ¡Qué más da!
Esto es Sodoma y Gomorra,
alguien nos va a castigar.
Vendrá una ola de fuego
y… Todo cambiará.
Claveles Blancos
Zigzagueando voy corriendo
para no dejarme alcanzar.
No quiero consumir drogas,
porque me persigue la cárcel,
el hospital y el más allá.
Qué pena da, sufrir la desgracia
de un familiar… Un amigo…
¡Todos en general!
Verlos tirados encima de los líquenes,
como colchón bueno para descansar.
Te gritan los sentimientos,
de todos que te quieren de verdad.
No escuchas lo que te dicen.
¡Te avisan del mal!
A ti, te da igual.
Te refugias en tu aislamiento,
andas vagando de aquí para allá,
no prosperas en tu recuperación,
no tienes vuelta atrás.
Tienes aspecto de acabar fatal.
La soledad que tú has elegido,
la empleas para hacerte perjuicio,
no te dejas ayudar para florecer.
Tu ánimo se marchita,
por la oscuridad del querer.
Nada se puede hacer
cuando no te dejas ayudar.
Todo lo vives mal,
sufres espasmos por la droga
y tu mala decisión.
Dedicado a un amigo que se fue,
porque él lo había decidido así.
Panamá antiguo